Volvimos a casa

Fueron tres meses duros lejos de casa. Tuvimos la suerte de apoyarnos en la Selección Argentina y de celebrar a lo grande el Mundial para apalear lo que fue estar lejos de Racing, del Cilindro, de nuestra rutina de todos los domingos. 

Nos acercamos un poco más durante ese recorrido, considerando que La Academia se consagró en Abu Dabi en las últimas semanas, pero no era lo mismo que tenerlos en el Cilindro o en algún lugar más cercano -o menos costoso que Emiratos Árabes-, por eso es que nos enlistamos para poder recibir al último y primer campeón del fútbol argentino.

La incertidumbre sobre si iba a ser a puertas cerradas o abiertas generó malestar en los hinchas durante la semana. Pues claro, todos estábamos esperando este momento para regresar a nuestra casa y la inoperancia de muchas vertientes que componen el negocio del fútbol hizo que la espera de la decisión final se vuelva insoportable. Lo bueno es que finalmente dieron luz verde y ayer nos preparamos para estar como siempre en el Cilindro.

Agarramos nuestra mejor ropa de cancha, organizamos con nuestros amigos y familia en el horario a concurrir. Algunos decidieron asistir temprano por temor a algún disturbio que se pudiera generar en las inmediaciones por el conflicto que hay entre barras; otros eligieron llegar a sus horarios habituales. Lo cierto es que una hora antes de que comience el partido, más de la mitad del estadio ya se encontraba en su puesto.

Fiesta a lo grande, cánticos contra Boca -Si la 12 sentada se quedó... en San Luis y en la otra punta del mundo) y aplausos a gran escala cuando salió el equipo a hacer el precalentamiento, cuando se abrazaron antes de retirarse y al regreso al campo de juego. La entonación de "Muchachos, traigan vino juega La Acadé", nuestro himno original -que supimos modificar durante el Mundial- resonó con fuerza y alegría. Habíamos vuelto a nuestra casa y había que hacerse oír, para que les quede claro a quienes quieren arrebatarnos ese privilegio.

El clima que se vivió en la tribuna era bien Racing: amigos, familia, reencuentros, charlas, aliento y FIESTA. Eso se mantuvo en el apoyo constante al equipo que no le encontró la vuelta y no pudo quedarse con los tres puntos, lo que hubiera sido el regalo ideal para todos nosotros.

Llegó el pitazo final de Herrera -de flojo arbitraje por cierto- y más de la mitad de los hinchas se retiraron. ¿Por qué menciono esto? Porque a pesar de que oficialmente el Club no comunicó que posteriormente había una fiesta para celebrar los dos últimos títulos obtenidos, algo se rumoreó y algunas cosas se veían preparadas -como el show de luces y los fuegos artificiales-. Sin embargo, hubo poca aceptación del público y el acontecimiento no pareció ser más que una fiesta privada con espectadores de lujo (los pocos que nos habíamos quedado), lo que hizo que el despliegue sea totalmente innecesario.

El de ayer no fue un domingo más. Fue un día donde el hincha demostró que no tiene miedo de ir a su casa, que el amor por la camiseta es mucho más grande que cualquier interna y que Racing es y será siempre de su gente. Lo demostró en cada grito de corazón, en cada sonrisa de felicidad que se vio reflejada en todos los ingresos al estadio. Volvimos. Ojalá el próximo sea con una victoria.

@lupina13 

Luciana Ursino

Licenciada en Comunicación