El combo en el cual llegó a Racing lo traía como oferta para capturar al promisorio Lucas Castro. Los dos jugadores que llegaban de Gimnasia tenían futuros bien dispares, al menos en el inicio, al arribar a la Academia. El Pata rápidamente se metió en la dinámica de la formación establecida por Simeone. El Luli comenzó desde atrás su inserción, con participación en puestos menos favorables y que lo ponían en el centro de las críticas. Nada alteró su temple. Resistió y trabajó.
El derrotero académico por esos tiempos lo tuvo con altibajos producto de la inestabilidad colectiva. De la campaña de los 60 puntos con Zubeldía al comienzo errático que derivó en la salida del rubio entrenador. En el medio las caóticas estadías de Basile y Merlo lo encontraron como actor de reparto. Otra vez relegado. Una nueva temporada de suplencias y llamados de emergencia. Esperó. No claudicó su labor diaria y su situación contractual empezaba a tomar el camino de la finalización.
La llegada de Diego Cocca lo reinventó como futbolista de Racing. Del zurdo que todos mandaban al carril izquierdo para hacer el ida y vuelta a este jugador que marca el kilómetro cero de la Academia. El primer pase, la zona medular del campo, los registros de donde ubicar el parado del equipo. Todo a su cargo. Mas de una vez Diego Milito lo ponderó como el jugador que mayor asombro le causo tras su regreso. Destacó su técnica, factor que imperó en su ascendencia en el equipo bajo el mando de Cocca.
Pero a su plenitud como elemento preponderante del equipo le faltaba algo. A su carrera le quedaba una cuenta pendiente. El gol. Nunca antes Luciano Aued había gritado uno propio, de su autoría. Ayer, en el estadio de la ciudad de La Plata rompió el cero en su cuenta personal. Pero además, con ese zurdazo seco, rasante, furioso, hubo descarga colectiva. De sus compañeros, que lo valoran internamente y de la gente, que aprendió a quererlo por su mayor virtud: el trabajo, su entrega, la perseverancia y el esfuerzo por revertir a todo momento aquella imagen inicial.
Luciano Aued dejó de ser el que llegó para completar la oferta. Es la oferta y la demanda. El mensaje de que con trabajo todo llega. Desde un lugar en el equipo hasta el gol tan anhelado. A Racing le sirvió para empatar un partido que no merecía perder. A el para ratificar su año futbolístico. Acaso el mejor de su carrera. Vaya si el gol es importante. Lo libera de esa deuda goleadora pero además le aporta al equipo mayores herramientas en el juego. Es mas que un gol de Aued.
Paolo Cella
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