Tras especular con un interinato hasta diciembre de 2021 con Claudio Úbeda al frente del equipo para tomarse tiempo de elegir la opción más potable, Víctor Blanco no esperó al próximo cabildo abierto en Avellaneda y contrató un entrenador. Fernando Gago será el nuevo director técnico de Racing hasta fines de 2022, si los resultados acompañan. Una apuesta arriesgada como resultado de la improvisación que vivió el fútbol profesional del club este año.
A principios de 2021 los dirigentes del fútbol argentino no imaginaban el regreso del público a los estadios. Adormecidos en sus tareas, con el piloto automático puesto y sin otro vínculo con la gente que las redes sociales, patearon todos los asuntos impostergables hacia adelante. Con el regreso de los hinchas los reclamos salieron a flote y en Racing particularmente un par de partidos sirvieron para acelerar el curso de las cosas.
Blanco se encerró en su mundo imaginario, donde Racing jugaba bien y tiene un buen plantel. Luego de esquivar la responsabilidad de echar a Pizzi tras el papelón en la final ante Colón tras una final perdida (sin contar la de River por la Supercopa) y un torneo donde el equipo llegó a la final sin patear al arco, dejó a Úbeda sin tomar nota de la pérdida de tiempo y prestigio que representó cada uno de los partidos que el equipo jugó y en donde continuó dando muestras de una pendiente de rendimiento que no tenía freno.
Asustado o despabilado tras el empate ante Estudiantes y la derrota contra Platense, que puso al día los reclamos del hincha tras 18 meses de quejas por redes sociales, Blanco asumió cierto grado de compromiso con la realidad. El equipo se sostiene apenas en puestos de Copa Sudamericana y si no fuera por la cantidad de equipos que compiten en la liga local su posición sería más alarmante. El comando deportivo de Capria y Jiménez no dio resultados y la factura por empujar a Diego Milito al retiro del club se la quieren cobrar al Presidente.
En apenas cuatro días Fernando Gago se convirtió en el nuevo entrenador de Racing hasta diciembre de 2022, si los resultados lo acompañan. Tras un ciclo de 26 partidos en Aldosivi, con siete victorias, tres empates y 16 derrotas, su llegada responde más a una necesidad de cambiar la energía que a una decisión tomada desde la convicción. Por más saludable que haya sido el inicio del ex entrenador del Tiburón en Mar del Plata desde lo conceptual, esta convocatoria es absolutamente un acto de desesperación por salir de inmediato del sendero de errores que esta dirigencia viene cometiendo desde finales de 2020.
Gago tendrá además una tarea difícil de aquí al final del torneo. Primero deberá sortear un fixture por demás exigente mientras intenta mejorar una nómina que no tiene puntos altos en lo que va del año y con la cual el flamante entrenador deberá resolver la urgencia más inmediata: meterse de mínima en la próxima Copa Sudamericana, plaza que aún conserva. Luego deberá persuadir a varios elementos del plantel, cuyo futuro es incierto, para que continúen; y trabajar con Blanco y quienes tomen decisiones para mejorar sustancialmente un plantel de poco relieve que precisa con urgencia una renovación de calidad.
Sus ideas podrán ser las mejores e incluso estar dentro de lo que muchos consideran el ideal para una institución grande como Racing. Pero tomar ese puñado de partidos en Aldosivi como el postulado de Gago como entrenador es un error. Es impreciso sostener que aquello es lo que imagina el ex futbolista de Real Madrid para la Academia por aquél fugaz estreno.
Gago es una apuesta como lo hubiera sido Mascherano. Quizás un entrenador con más horas de trabajo al frente de un plantel hubiera sido lo ideal, teniendo en cuenta el contexto que atraviesa Racing y sus urgencias. Situación que por cierto es de absoluta responsabilidad de Blanco y compañía, que en la comodidad de la ausencia de público, jamás imaginaron un escenario como este.
Para Fernando Gago solo queda desear la mejor de las suertes. Racing necesita retomar el sendero de la estabilidad deportiva, con signos vitales de competitividad, algo bastante lejano en este 2021. No es la opción imaginada por quien escribe estas líneas para dar el golpe de timón que Racing precisa, pero la decisión ya está tomada.
Por último y no menos importante, Gago será el último de los responsables de lo que suceda de aquí al final del año. Son Blanco y sus pares de comisión directiva, más Rubén Capria, los culpables de este presente desvirtuado de toda grandeza. Háganse cargo de una vez de las cosas y sobre todo dejen trabajar en paz a quienes contratan. No como Beccacece y Pizzi que, errores al margen, fueron víctimas de las internas dirigenciales.
Gago es la opción más a mano que encontró Blanco para resolver ya la necesidad de contratar un entrenador, situación que dilató amparado en su conformidad. Así como eligió quedarse con estructuras de trabajo añejas para romper un camino de previsibilidad a finales de 2020, ahora decidió apurado por el riesgo de seguir perdiendo el capital político que supo construir años atrás.
El vamos viendo constante ya no sirve. Ojalá Gago sea la solución para tanta improvisación.
Paolo Cella
@EspeRacinguista
@Paolo_Cella
Racing quedó eliminado de la Copa Argentina y su andar deportivo en este 2021 continúa en picada. Con un plantel de vuelo bajo, sostenido por los emblemas del ciclo Coudet que mantienen la competencia digna, la Academia detonó su estabilidad deportiva. Otra vez Lisandro López le puso realidad al presente con sus declaraciones pos partido. Quede esperar ahora si el Presidente toma nota de esto o sigue refugiado en su círculo íntimo. Como suele suceder en este país, el poder obnubila. Blanco declara cosas que sólo él y su séquito observa, mientras el prestigio se diluye.
"Es un buen momento para trabajar, ir para adelante y en diciembre hacer una autocrítica de parte de todos los que estamos en Racing para no quedarnos en la comodidad que genera un poco el club. Me molesta sentirlo y decirlo". Esta declaración de Lisandro López pinta de cuerpo entero el presente. Comodidad. Descripción mas real sobre el camino que eligió Blanco, no se consigue. De aquella frase de Milito, "la inversión no es un gasto", pasaron 10 meses. El presidente no reacciona. Dejó puesto el piloto automático.
Quizás avalado por ese 72% de votos, sobre un padrón concurrente escaso, creyó que todo estaba bien. Ese porcentaje, legítimo, es sobre la base de una elección realizada en pandemia, con restricciones y todo lo que la situación sanitaria implicaba en aquel diciembre.
Juntó voluntades en su lista, armó un stock de gente que necesita ser parte de la comitiva que viaja a todos lados mientras el socio e hincha miraba por televisión. Empujó con sus decisiones la salida de Diego Milito, quién con aciertos y errores trazó un camino más contemporáneo para pensar destinos deportivos. Hoy, mientras los clubes buscan profesionalizar áreas de trabajo, incorporar metodologías que incentiven la competencia hacia arriba, con astucia y adaptándose a los tiempos que corren, sobre todo económicos, Blanco se pegó a las viejas costumbres de la política deportiva.
Nunca creyó en la figura de manager, secretario técnico o asesor deportivo. Milito fue, en consonancia con el arribo de Coudet, una respuesta políticamente correcta a la demanda popular de sumar al ídolo, ya retirado, a la cocina deportiva. La convivencia entre el 22 y Chacho no siempre fue armoniosa, pera la tensión entre ambos proyectó a Racing hacia arriba. No coincidían en todo, pero Coudet, sabio del paño futbolero que transitaba, y Milito, caminaron igualmente a la par con un mismo objetivo: poner a Racing lo más alto. Con aciertos y errores, fueron tiempos de competitividad.
La pandemia detonó los planes de todos. Sin competencia, el 2020 se agrupó en pocos meses y muchos partidos. Beccacece no logró trascender la frontera de los cuartos de final de la Libertadores y en el ámbito local fue penoso su desempeño. Pero el ahora entrenador de Defensa y Justicia y Pizzi tuvieron algo en común. Uno, elegido por Milito, y el otro convocado por Capria, fueron víctimas del desgaste que ese grupo de gente elegida por Blanco para rodearlo les propinaron. Con operaciones de prensa después de cada derrota o en el día a día.
Mientras todo eso sucedía, el presidente no parecía meterse de lleno en la realidad. Dejó prestado el mando en sus pares de comisión directiva y se aferró fuerte a esa comodidad de la que habló Lisandro López luego de la eliminación en la Copa Argentina. Tanto tiempo comparándose con tiempos lejanos de angustias deportivas y económicas, que el temor por soltar un peso en búsqueda de algo nuevo o superador los atrapó.
Luego de años de recaudaciones generosas por ventas de futbolistas el club no presenta obras que permitan vislumbrar un horizonte de crecimiento. Mientras en primera o el ascenso se inauguran predios o remodelan canchas, Racing va por un ascensor. Las demandas en infraestructura se acumulan y el tiempo pasa. Deportivamente el ingreso a copas, otra máxima del blanquismo explícito, pende de un hilo. La tabla anual hoy nos encuentra en la cornisa para acceder a la Copa Sudamericana. Para Racing, ese objetivo es un castigo. Pero claro, como "antes estábamos peor", puede ser que participar sea un logro en las filas oficialistas.
Así esta Racing hoy. Con un entrenador interino que "nos da una mano" (lo dijo Blanco), un plantel con seis o siete futbolistas heredados del ciclo Milito - Coudet que empiezan a despedirse del club por necesidades económicas y ambición deportiva y una pausa en la toma de decisiones que alarma a todos, o casi todos. Úbeda y Capria son un decorado pasajero de este presente y quedan al margen de grandes evaluaciones. Su presencia se entiende sólo por aquél recuerdo nostálgico de tiempos pasados y un vínculo afectivo que Racing sostiene. Caerles a ellos hoy es desviar el foco de los verdaderos responsables: los dirigentes.
El regreso del público a los estadios está cada vez más cerca. Quizás esa sea la alarma del despertador que precisa Blanco para reaccionar. El termómetro de la gente que va a la cancha no es lo mismo que aquél que lo votó. El presidente consumió mucho de su capital político, que por mérito propio construyó, apoyándose en estructuras viejas. Dejó puesto el piloto automático, esperando tal vez, que las cosas se acomoden en algún momento.
Paolo Cella
@EspeRacinguista
@Paolo_Cella
El presidente de Racing tuvo una desafortunada declaración el fin de semana. Otra vez asoma la inquietud acerca de si tiene a su alrededor gente capaz de llevarle una agenda que le evite tamaños desatinos. O si se trata lisa y llanamente del verdadero sentir de Víctor Blanco, ahora que tiene por delante tres años de gestión sin un horizonte eleccionario que lo condicione. Capaz de caminar por la avenida del medio durante tantos años, y vaya que lo hizo con méritos, esta versión asoma bastante soberbia en comparación con el dirigente que solía mostrarse componedor. La frase además lo hizo quedar en ridículo. La gente de Racing en sus peores momentos fue la que sostuvo al club y lucía con orgullo sus colores.