EL DISPARADOR El mundo del fútbol maneja códigos intangibles. Acciones que puertas adentro se resuelven entre pares. A través de los micrófonos son catalogadas de poco felíces. Entre ellas las declaraciones anti populares. Diego Cocca se sinceró en sus prioridades previo al clásico de Avellaneda. Aquella confesión lo colocó en el centro de la critica. A dos fechas del final su palabra asoma sincera. ¿Clásico o campeoanato? La efectividad no siempre acompaña pero la valentía no es moneda corriente por estos tiempos.

Es muy difícil preveer con tanta antelación cual será el destino de un equipo. Se pueden realizar conjeturas en base a calidades de plantel, cuerpo técnico y antecedentes. Vislumbrar un éxito en el horizonte depende de múltiples factores. Apostar a ganador siempre es saludable e invita a creer en un proceso incipiente como el de Diego Cocca en Racing. Un arranque auspicioso lo animó a confesarse ante la prensa previo al duelo barrial: "prefiero perder el clásico pero pelear el campeonato". De allí en adelante su trabajo fue evaluado con aquella premisa como eje central. O protagonizaba el torneo o sería víctima de su sinceridad.

Las declaraciones del entrenador son sinceras en su concepción pero de difícil aceptación en el hincha. Neutral a la disputa que divide Avellaneda en materia futbolística el ex técnico de Defensa y Justicia se permitió abrir su mente y exteriorizar su anhelo mas lejano: que su euipo sea protagonista del campeonato. Obvió el mini torneo que Racing juega todos los años, el cásico. Lo postergó por un deseo mayúsculo. En la previa y sin recorrido en la vida racinguista lo pagó caro. La daga voraz e implacable lo atacó sin mediar derecho a réplica. Sin esperar el devenir de las fechas.

A dos jornadas para el cierre del campeonato Racing es puntero. No solo anima el último torneo corto sino que lo digita. De su andar depende el resto. Hasta aquí llegó como cazador de una presa (River) que como el correcaminos se burlaba de todos los que jugaban a ser el desafortunado Coyote. En el medio sufrió contratiempos lógicos de un proceso nuevo, con 14 refuerzos y un club camino a un acto eleccionario. Cuando lo tuvo en la mira, lo cazó.

No se trata de justificar a Cocca. De hecho, sus declaraciones de aquél tiempo, fueron atemporales. Un hombre del fútbol no puede desconocer el rebote de semejante confesión por mas cargada de convicción que este. La sabiduría popular, infalible e impiadosa, sentencia que los clásicos "se ganan". Racing ganó tres: San Lorenzo, Boca y River. Perdió el duelo ante los vecinos. Esa derrota sin la exteriorización del ex técnico de Godoy Cruz hubiera sido mas moderada en su impacto.

Racing venía de un año deportivo nefasto. Su clásico rival penó en la segunda categoría y de no ser por un partido desempate todavía andaría dando vueltas por todo el país. El club no supo capitalizar con logros ese año vacío de duelos municipales. El primer mano a mano pedía mas fervor y no tanto pensamiento sincero pero desporvisto de pasión. Pero nadie esperó y pusieron en la guillotina al técnico.

El tiempo no le dió la razón a Cocca. Solo le mostró que a veces las formas son imprescindibles para poder sobrevivir en una jungla voraz, de mensajes populistas y cohesionador de masas. También es cierto que el hincha hubiera cedido otra victoria clásica por aquél de la quinta fecha. La única realidad es que Racing pelea el campeonato y lo hace con argumentos. Diego Cocca ya manifestó haber aprendido la lección comunicacional. No dice, por no ser sincero y pecar de autorreferencial, que su equipo pelea el campeonato.

Paolo Cella

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@Paolo_Cella

EL DESTACADO - La ausencia de Yonathan Cabral disparó la duda. Aquella noche en Victoria Nicolás Sánchez padeció el partido y perdió la titularidad. En la semana, salvo el cuerpo técnico, todos sugerían el regreso de Saveljich al primer equipo. Un jugador nunca considerado por el entrenador contra otro que no salió jamás de la lista de concentrados. Cocca fue sencillo y el ex Nueva Chicago estuvo a la altura de las circunstancias.

EL DESTACADO Racing le ganó a Quilmes. Pero también a sus nervios y a la ansiedad. Irresoluto, tuvo que esperar casi hasta el final para romper el cero y mantener la ilusión. Ese derechazo de Gustavo Bou fue un gesto. Así lo vivió la Academia y así lo gritó el goleador albiceleste. De su pie crece la ilusión y se agiganta la imagen de un perfecto desconocido que ya hace historia. Llegó de última y hoy puso al equipo primero.

De cabeza, de zurda o de derecha. Hasta aquí Gustavo Bou había silenciado preconceptos a fuerza de goles. Se ganó el respeto jugano y anotando para que Racing gane. Ante Quilmes sumó otra variante más en su repertorio: también los hace de tiro libre. Tremendo derechazo que el eficiente Walter Benítez no pudo rechazar. Gol y triunfo. Al menos hasta que River y Lanús juguen, la Academia es puntero a partir de los goles del entrerriano.

Un primer tiempo parecido a los últimos tres partidos de Racing. Inconexo, apresurado y lejos de la esencia que se necesita para afrontar estos tramos del campeonato. El local, limitado y envalentonado por la estatura del rival, fue más. Empujando y por arriba. Los de Diego Cocca no podían encontrar esa sociedad en ataque que tanto le permite al equipo progresar. Apenas una vez pudo correr la Academia. Centurión cedió al vacío para Bou que definió con cara externa. Poco.

El ex delantero de Gimnasia y Olimpo se movía pero no era la noche. Aquellos movimientos coordinados de entrar y salir con Milito no funcionaban. La conexión no era buena. El equipo tampoco les ofreció abastecimiento para que al menos pudieran intentar despegar. Salvo aquella mencionada anteriormente, Quilmes limitó los intentos de la Academia. Así los puntas quedaron aisalados y tanto Carli como Martínez pasaron un noche tranquila.

En la etapa complementaria Racing fue otro. Salió decidido. Recibió la señal. El tren pasaba y no se estaba subiendo. Centurión picante, Bou y Milito movedizos. Otra vez entrando por izquierda el delantero surgido en River Plate tuvo su chance. Exigido ante la línea, un central cervecero y Benítez, definió desviado. Parecía la noche negada y sin solución. Ademas, en el mejor momento de Racing el arquero local sacaba todo.

Pero tanto va el cántaro a la fuente dice el refrán que la resistencia cedió. Falta sobre Centurión. Hasta allí el mejor. Se pararon Bou y Aued frente a la pelota. Nadie tenía registros del atacante ejecutando tiros libres. Mire si andara con confianza el número 23 que sacó un derechazo seco, recto en su trayecotria inicial, con curva llegando al arco y tan potente que dobló las manos del hasta allí imbatible Benítez. Gol, grito y punta del campeonato.

No tuvo un buen partido. Erró mas pases de los que entregó a un compañero. Tuvo dos mano a mano, de distintas exigencias, y los falló. Pero se hizo cargo de una bola al final del partido que tenía kilos y kilos de peso. Era a todo o nada. Así como declara con sencillez, casi tímido, invirtió la carga y fue soberbio en la ejecución. Racing sigue subido a la ilusión. Gustavo Bou es parte de ese contagio. A puro gol. Determinante.

Paolo Cella

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