Racing cerró el Torneo Transición 2016 frente a Temperley en el Cilindro. Esa noche de sábado, la Academia derrotó al “Gasolero” por 2-0 con goles de Diego Milito y Oscar Romero, pero eso no fue lo más importante. Durante aquella jornada, el “Príncipe” cerraba su etapa como futbolista profesional, luego de una exitosa carrera que lo llevó a jugar, además, en España e Italia. En este último, vistiendo la camiseta del Inter, obtuvo la Champions y el Mundial de Clubes en el 2010 con notable actuación.
Aquel 21 de mayo, el pueblo académico se dio cita en el Presidente Perón para despedir a uno de los jugadores más queridos en la historia del club. Campeón en el torneo del “Paso a paso”, volvía al club que lo vio nacer futbolísticamente para repetir la gesta. Sin embargo, logró mucho más que eso. El “Príncipe” cambió la cabeza racinguista; jugadores, dirigentes, hinchas, todos se encolumnaron detrás de un sentir positivo y ganador. Después llegó el campeonato, podríamos decir como consecuencia de una idea y una forma diferente de plantarse ante los hechos. Sin dudas, un personaje ganador, competitivo, deportivamente ambicioso e inconformista, llegaba para reflotar definitivamente a la institución.
La muestra mayor llegó a los 22 minutos de aquel anecdótico partido, cuando se detuvo el juego para que, compañeros, hinchada y hasta rivales, volcaran su amor y respeto para hacer una despedida inolvidable.
Nunca alcanzan las palabras para agradecer lo que algunas personas dejan en el hincha. Marcas indelebles, inolvidables, de las que acarician el alma. Por eso recurro a las más efectivas: Gracias Diego.
Por Ariel Gutierrez
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