A río revuelto...

La Academia tenía el peso del partido por diversos motivos en este viaje al país vecino. La decisión de Gustavo Munua de dosificar cargas pensando también en su duelo doméstico del fin de semana y la oportunidad de capturar el primer lugar del grupo con tan solo sumar un punto le pusieron el peso del juego a Racing. Eso se notó desde el comienzo, con el equipo argentino asumiendo el rol de conductor con la posesión y Nacional a la espera. Atendiendo claro está que el Bolso no por eso resignó el ataque. Los de Avellaneda intentan, en cada escenario, replicar la idea de su entrenador. Algunos rivales lo permiten por estrategia o porque la Academia los obliga a ello.

El primer tiempo tuvo la tónica esperada, con Díaz y Miranda como los encargados de hacer que todo Racing se moviera al compás de la posesión. Nacional no otorga las ventajas defensivas que Alianza supo dar y por eso costó encontrar profundidad en ese comienzo. La postura irrenunciable de los dirigidos por Beccacece comenzó a empujar al Bolso contra Rochet, sin pelota achicar espacios es la premisa, el Tricolor lo hizo casi sin fisuras. Fueron un par de remates de media distancia los que le quitaron la tranquilidad al golero local, pero no más que eso.

Dentro de las tareas que Beccacece les da a sus futbolistas está el vínculo defensivo que todos deben tener para recuperar la pelota tras una pérdida o ante la salida del rival. Allí encontró Racing lo que no pudo por falencias en la construcción del juego. Emiliano Martínez falló y Nicolás Reniero presionó para forzar esa creciente duda del volante uruguayo. En esa faceta del juego, que también está en el repertorio de su entrenador, ubicó la visita el camino al gol. Antes de eso el equipo manejó la pelota, pero no fue profundo. Quizás el oficio charrúa para contener fue más complejo de resolver que hace siete días en Perú.

Tuvo un par de oportunidades más porque Nacional dio un paso adelante después del gol y pasados los 30 minutos. No fue para Racing una dificultad porque mantuvo el dominio del juego, no el control del partido. En parte eso se debió a la intermitente noche de Lorenzo Melgarejo. El guaraní, que había sido tan participativo en Lima no estuvo tan activo en la noche del Parque Central, entonces toda la construcción de Díaz y Miranda no encontraba continuidad en los externos, para que la Academia profundice su dominio con llegadas y la amplitud de la ventaja que no llegaría.

El segundo tiempo amaneció con Nacional más activo, dando un paso adelante en lo actitudinal y Racing sin aquel dominio de la pelota. Los cambios ubicaron a Miranda de cinco, con Banega al lugar de Lolo y Solari por Montoya. Los cambios fueron imperceptibles al juego, lo que condicionó a Racing fue la predisposición local y su leve pero notorio paso atrás en la postura. Lo pensó para descansar en el manejo de Nacional y salir de contra. No pudo hacerlo nunca y mucho menos retomar aquella hoja de ruta inicial donde condujo el partido.

El empate accidentado a través de aquel gol en contra de Soto enmarañó el partido. Nacional mandó tres titulares al campo, Racing no recuperó su postura y el partido se enredó en faltas en tres cuartos de cancha, sin áreas. Entre tantos empujones y agarrones llegó una pelota parada que culminó en esa torpe salida del prolijo Rochet, penal de Sigali y gol de Fértoli. Sin haber tenido casi oportunidades de pisar terreno enemigo Racing encontró otra vez la ventaja. Desde allí el partido continuó en un espeso desarrollo, hablado y cortado. Ganancia para la Academia que hizo correr el reloj ante el apuro local.

Quedará tiempo para pensar en cómo lograr que el equipo traslade su propuesta a la mayor cantidad de tiempo posible, profundizar el dominio de forma más sostenida y claro está, rubricar en la red las saludables intenciones que su entrenador les inculca. Asegurado el pase a octavos de final quedará conseguir el primer puesto. Deberá ganarle a Estudiantes de Mérida en Avellaneda y además hacer algo que hasta aquí le cuesta: goles.

Paolo Cella

@Paolo_Cella

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