Racing esta de festejo. Este 25 de marzo de 2021 celebra su aniversario número 118. En tiempos de pandemia el vínculo con la gente se volvió virtual, las redes sociales fueron el canal por el cual la mayoría mantuvo vivo el aliento. Soporte fundamental para los momentos mas oscuros, el socio, los hinchas en general, fueron un recuso de primera mano para palear este presente impensado. Si algo tienen para reflexionar quienes conducen hoy los destinos del club es precisamente como ser recíprocos de esos gestos en tiempos nunca antes vistos.
Han pasado ya doce meses desde que se decretó el aislamiento en la República Argentina a raíz de la pandemia del COVID-19. En ese tiempo se fueron liberando actividades que permitieron retomar cierta normalidad, todas tendientes a frenar la caída de la economía. Los espectáculos masivos con concurrencia de público, con el fútbol como una de las industrias mas deterioradas por esto, siguen prohibidos. Pero aún así, con las redes sociales maximizando su uso por el encierro, el acompañamiento siguió siendo prioritario.
Es cierto que el cierre político (y deportivo) de 2020 afectó a todos en el mundo Racing. La salida de un emblema como Diego Milito, el mas importante de esta era moderna, la ruptura de aquél proyecto deportivo que diera el salto de calidad, alteró el humor de todos. Un acto eleccionario en medio de la pandemia, a los apuros y con poco relieve de calidad en la oferta, también congestionaron la salud interna del club.
Este aniversario llega en un momento extraño del club. Todo es mirado de reojo y no escapa a la realidad de la vida cotidiana en la Argentina. Dos polos opuestos, sin avenida del medio. Como sino existiera el lugar para convivir con aquél que piensa distinto. Se expulsa a los que traen visiones diferentes, mas apegadas a los tiempos que corren, y se conservan los modos de la vieja escuela. El círculo se cierra en voces que no trascienden de las segundas líneas, o la mediocridad de las roscas baratas.
Víctor Blanco celebra su séptimo aniversario académico como Presidente. En ese tiempo se hizo fuerte como un administrador serio, que no repetía errores del pasado. Con el tiempo esa virtud lo comenzó a estancar en un sitio de comfort. Por eso rompió lo que parecía ser un cambio de paradigma en el fútbol nacional y sobre todo en Racing. Eligió cerrarse en las voces de siempre para descartar un proyecto novedoso y que venía a romper con las costumbres de siempre.
Los títulos de 2014 y 2019 en lugar de empujar hacia arriba le pusieron un freno. Participar no es competir. Y Racing se conformó con contar las veces que participó, por ejemplo, en la Copa Libertadores de manera continua. Si pasamos vamos viendo. Nadie olvida de donde se viene pero eso no debe ser un ancla que impida crecer. Los únicos que no se equivocan son quienes nada hacen.
Deportivamente navega en la incertidumbre. Tras un par de años de trabajo minucioso en la búsqueda de necesidades, se apartó de ese camino. Tuvo la oportunidad de dar el tan ansiado salto de calidad, posicionarse fuertemente en un lugar de privilegio, pero se ató a los miedos de antaño.
Hoy Racing se sostiene por su gente, activa como nunca para fiscalizar cada paso. Resta aún, para ser mas maduros a la hora de decidir, que esa fiscalización no dependa de si la pelota entra o pega en el palo y sale. Esa es una de las cuentas pendientes de un club que sobrevivió a tempestades feroces por el aguante de su gente. Hay que transformar ese aguante en sabiduría para estar presente también cuando se define el futuro del club.
Salúd Academia, por muchos años mas.
Paolo Cella
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